Definición
Solidaridad es el reconocimiento y la conciencia de una responsabilidad compartida ante situaciones de injusticia que son consecuencia de la forma en que nos relacionamos los seres humanos, buscando revertirlas mediante la implementación de los derechos humanos.
La solidaridad es un mandato que exige a la comunidad política actuar a favor de individuos o grupos que se encuentran en situación de debilidad o desventaja, para evitar, mediante la intervención colectiva, que ocurra un daño injustificado o que se perpetúe un daño ya presente.
La solidaridad se fundamenta en el reconocimiento de la común dignidad de todas las personas, de modo que cualquier violación de esa dignidad afecta al colectivo. Implica un fuerte sentimiento de empatía fruto del encuentro con quien es tratado como cosa en lugar de como persona. La asunción de responsabilidad frente a esa situación exige un análisis riguroso de las causas del daño y culmina con la acción reparadora de la dignidad de las personas y el trabajo por la transformación de las causas.
La solidaridad entendida como responsabilidad compartida ante la injusticia se caracteriza por:
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Afectar al conjunto de la comunidad política y no sólo a las personas individuales y algunos colectivos especializados: todas las personas respondemos (o no) por la suerte de quienes son perjudicados por nuestras actuaciones y decisiones políticas, tanto a escala local como global.
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Generar un derecho colectivo a la institucionalización de una democracia social que ofrezca cauces institucionales para luchar contra la injusticia estructural.
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Reconocer el principio de subsidiariedad para articular la actuación de las personas, las organizaciones y las instituciones públicas salvaguardando la libertad y responsabilidad de la ciudadanía.
Comportamientos asociados
Las implicaciones en los comportamientos de los tres agentes (personas individuales, organizaciones de la sociedad civil e instituciones públicas) promotores del valor “solidaridad” son de índole y magnitud diversa.
Ciudadanía
De la ciudadanía solidaria cabe esperar un sentimiento de empatía y cercanía hacia quienes sufren una injusticia. Además se le supone capacidad de análisis de la situación injusta, identificando agentes implicados, sus niveles de responsabilidad por acción u omisión, y un posicionamiento al lado de la víctima. Finalmente, requiere de ella un nivel de implicación transformadora en función de las propias disponibilidades sin que éstas sean excusa para una dejación de responsabilidad personal.
Organizaciones sociales
Se espera de ellas que diseñen el desarrollo de su actividad evitando multiplicar o sostener relaciones sociales injustas. Se les pide la promoción de los derechos humanos tanto hacia dentro como hacia el exterior de la organización. Se les atribuye capacidad para encauzar e implementar las acciones correctoras de la injusticia detectada siendo medio de la acción solidaria tanto individual como colectiva, además de ser conscientes de que su labor y desempeño es crucial para tejer una red de relaciones sociales marcadas por la solidaridad. La solidaridad para ser verdadera debe tener una perspectiva universal y no solo local.
Ayuntamiento
Este es el nivel colectivo y más claramente político de la solidaridad entendida como responsabilidad compartida. El deber de estas instituciones, sobre todo, atañe al diseño de políticas públicas y la elaboración de legislación oportuna destinada a minimizar la injusticia estructural tanto en el ámbito local como en otros niveles, de acuerdo a las competencias que le correspondan. De especial interés aquí es el recordar que “toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos” (Art.28 Declaración Universal de los Derechos Humanos) así como la consideración de la relación del deber de solidaridad con el principio de subsidiariedad.