Definición
Se entiende por participación ciudadana la contribución de personas y organizaciones sociales sin responsabilidad institucional directa a la mejora de la convivencia. La participación comprende una amplia gama de actividades que van desde el voluntariado hasta la protesta pública. En su sentido más estricto, la participación ciudadana se identifica con los distintos mecanismos a través de los que la ciudadanía hace oír su voz y trata de influir en las decisiones de las instituciones públicas. Los mecanismos habituales son la deliberación pública, las consultas y las movilizaciones populares.
La institucionalización de la participación mediante mecanismos de deliberación tiene cinco potenciales efectos positivos: (i) se da una mayor incorporación de la ciudadanía a los procesos políticos, haciéndolos más legítimos y fortaleciendo el compromiso popular con la democracia; (ii) se construye una ciudadanía más activa y responsabilizada con el bien común; (iii) ayuda a diseñar políticas públicas más eficientes y adaptadas al contexto: (iv) se potencia el control social de las instituciones democráticas; y (v) facilita los procesos de reforma de las instituciones públicas.
La participación ciudadana supone una distribución de poder. Para que esta sea justa, las instituciones y los grupos sociales deben tener especial sensibilidad para incluir en los procesos de participación a los grupos que normalmente no han tenido voz. Esa acción positiva trata de evitar que, en una sociedad con fuertes asimetrías de poder, los mecanismos de participación sean cooptados por los grupos sociales que tienen más capacidad y recursos para hacer prevalecer sus intereses.
Comportamientos asociados
La promoción de la participación ciudadana tiene las siguientes implicaciones para los comportamientos de las personas individuales, las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones públicas.
Ciudadanía
La participación en los asuntos públicos es costosa desde el punto de vista personal. Requiere interés, esfuerzo y tiempo para recabar la información necesaria, construir propuestas y para tomar parte en los espacios de deliberación. Además los ciudadanos necesitan con frecuencia asociarse a otros para representar sus ideas y para hacer efectiva su preocupación por lo público, entendido como lo común. A participar se aprende participando.
Organizaciones sociales
Las organizaciones sociales cumplen un papel fundamental en la estructuración de la participación. Ellas son la primera instancia donde la ciudadanía aprende a participar y su papel es crucial para generar propuestas y aglutinan los intereses de los distintos sectores sociales. Eso conlleva que las organizaciones deben potenciar los mecanismos de participación en su interior. Para que la participación sirva eficazmente a una distribución equitativa del poder, las organizaciones sociales, deben hacer un esfuerzo especial para incorporar la perspectiva de los grupos excluidos y de aquellos con más dificultad para hacer oír su voz.
Ayuntamiento
La participación de la ciudadanía en el gobierno de la ciudad requiere la existencia de mecanismos institucionales que faciliten la deliberación y la consulta. Para que esos espacios sirvan para una participación efectiva, los participantes deben tener la oportunidad de contribuir al diseño de las reglas que los rigen y a la determinación de los temas que van a ser debatidos. Los representantes democráticos, como garantes del funcionamiento equitativo de las instituciones, han de esforzarse para (i) ofrecer toda la información necesaria para que la participación de la ciudadanía sea sustancial y eficaz; (ii) garantizar y facilitar la participación de los distintos grupos, especialmente de aquellos con menores capacidades; (iii) establecer mecanismos para la rendición de cuentas sobre la ejecución de los acuerdos adoptados.