Definición
Diversidad alude a diferencia o distinción entre sujetos. Se trata de un valor profundamente antidiscriminatorio ligado al reconocimiento de la persona como ser digno de respeto (Preámbulo y Art. 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948). Se traduce en:
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Diversidad sexual, término que se utiliza para referirse a los distintos tipos de orientación o identidad sexual.
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Diversidad cultural o religiosa, expresión que refleja la existencia de diferentes culturas o religiones en una misma sociedad.
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Diversidad ideológica-política, término que explicita la pluralidad de opciones ideológicas y políticas que hay en una determinada comunidad política.
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Diversidad funcional, expresión que subraya las capacidades singulares de cada persona y que se emplea en sustitución de otras, revestidas de connotaciones negativas, como incapacidad, discapacidad o minusvalía.
Cuando personas, organizaciones o instituciones piensan según el filtro de la existencia de una sola cultura o de una sola manera de entender la sexualidad o de una única forma de ser, se generan rechazos más o menos explícitos de la diversidad y actitudes discriminatorias. La discriminación directa se produce cuando una persona, por motivos de origen racial, étnico o religioso o por su discapacidad o su opción sexual, es tratada de manera menos favorable de lo que vaya a ser tratada otra en una situación comparable. Y la discriminación indirecta tiene lugar, a su vez, cuando una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros sitúa a personas de origen racial, étnico o religioso concreto o con una discapacidad, en desventaja respecto a otras. Para que el respeto a la diversidad sea efectivo, tiene que potenciarse un grado razonable de igualdad social fruto de la praxis de la justicia distributiva y los derechos sociales (vínculo del valor de la diversidad con el de solidaridad).
Comportamientos asociados
Las implicaciones en los comportamientos de los tres agentes (personas individuales, organizaciones de la sociedad civil e instituciones públicas) promotores del valor “diversidad” son de índole y magnitud diversa.
Ciudadanía
De la persona promotora de la diversidad cabe esperar la ruptura con una visión monolítica de la propia identidad de la que difícilmente se es consciente, rompiendo así la tendencia general del ser humano a vincularse exclusivamente a aquellas personas y grupos con los que comparte sentido de pertenencia. Esa apertura hacia un “Otro” en plural no debe suponer un relativismo complaciente que impida el compromiso con los valores que defienden la dignidad humana. Semejantes actitudes pueden y deben traducirse en acciones transformadoras de gestión de la diversidad en función de las propias posibilidades.
Organizaciones sociales
Se espera de ellas que diseñen el desarrollo de su actividad interna y externa potenciando la participación e integración de sectores cultural y funcionalmente diversos. Para ello es necesario el conocimiento del “Otro” para desmantelar prejuicios y estereotipos. La valoración del diferente no implica comulgar con, o reprimir la crítica hacia, planteamientos y prácticas intolerables. Por ejemplo, los que suponen un trato inferiorizante de la mujer. Ese tipo de prácticas lesionan la dignidad humana y ninguna coartada puede soslayar su deber de denunciar y trabajar por su erradicación.
Ayuntamiento
En este ámbito de responsabilidad pública deben desarrollarse actividades encaminadas a: a) contribuir de manera efectiva a través de las políticas públicas a la eliminación de diversos mecanismos de discriminación social, económica, política y cultural y al desarrollo de propuestas transversales de diálogo intercultural y de reconocimiento de la diversidad funcional; b) hacer pedagogía para mostrar cómo se produce la discriminación y cuáles son los riesgos para la convivencia de discursos demagógicos y populistas que alimentan prejuicios y estereotipos; c) visibilizar la diversidad funcional y cultural en las instituciones públicas, creando y dinamizando las plataformas adecuadas para ello.