Definición
Se define la creatividad como la capacidad de concebir algo original e inusual. En cierto sentido, la creatividad precede a la innovación, en la medida en que ésta supone la implementación práctica de las ideas concebidas en el proceso creativo. Aunque es cierto que se puede hablar de creatividad sin innovación, y así ocurre habitualmente en los procesos de gestión de la innovación que se nutren de dinámicas de generación de propuestas creativas, muchas de las cuales no pasarán las pruebas necesarias para su puesta en práctica. En otros ámbitos, como los artísticos y culturales, el proceso de creación incorpora lo creado (innovación) como un producto que se genera de forma simultánea a su ideación, o que al menos dota de un componente íntimamente ligado al hecho creativo.
El proceso creativo se reconoce como valor en la medida en que constituye uno de los dinamismos que nos permite evolucionar individual y colectivamente. En nuestras sociedades, tan dinámicas y cambiantes, la búsqueda de lo nuevo o la indagación en lo desconocido, que se puede reconocer como impulso inherente a nuestra naturaleza humana, se ha convertido asimismo en un valor social. Una disposición individual y colectiva que es necesario promover, pero también valorar en su justa medida, huyendo de identificaciones superficiales entre novedad y valor.
En este sentido, es importante resaltar que la consideración de la actitud y práctica creativa e innovadora como valor moral debe incorporar la pregunta por el valor social de lo creado. Desde esta perspectiva ética, la creatividad-innovación, a la que muchas veces se le añade el adjetivo “social”, refuerza su naturaleza de valor-medio al servicio de un bien mayor, en la medida que se ocupa de que lo realizado no solo no genere impactos negativos directos o colaterales, sino que pueda contribuir a la construcción de sociedades más justas.
Comportamientos asociados
La promoción de la creatividad/innovación tiene las siguientes implicaciones para los comportamientos de las personas individuales, las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones públicas.
Ciudadanía
La creatividad es un valor vinculado estrechamente con diversas competencias como la curiosidad o el pensamiento crítico. Una ciudadanía creativa requiere una voluntad de interaccionar con el entorno, de entender y asumir como propios los retos que éste le plantea. En este sentido, creatividad y responsabilidad se encuentran en ese espacio moral que se configura en nuestra relación con los demás y con el entorno en que vivimos y que nos impulsa a hacernos cargo de aquello que debe ser transformado. En esta dinámica, la ciudadanía se constituye no solo en agente de creatividad, sino también en demandante de ésta, en la medida en que sea capaz de poner de manifiesto aquello que debe ser recreado o superado, reclamando su transformación.
Organizaciones sociales
Las organizaciones sociales juegan un papel fundamental en el reconocimiento de los problemas que sufren nuestras sociedades, tanto nuevos como otros que llevan tiempo esperando respuesta. Este rol las sitúa ante la responsabilidad de constituirse en auténticas palancas de innovación, identificando, proponiendo y experimentando alternativas creativas orientadas al bien común. De la misma forma, las organizaciones sociales juegan un papel fundamental en la valoración de los procesos innovadores y su impacto en nuestras sociedades en ámbitos como la sostenibilidad, la igualdad, etc.
Ayuntamiento
Si bien hay una dimensión individual en el desarrollo de la capacidad creativa, el proceso creativo-innovador requiere un entorno propicio capaz de estimularla y orientarla adecuadamente. También se enriquece con el intercambio de saberes y experiencias, con el debate, la deliberación y la experimentación. Estos procesos no pueden ser estimulados únicamente por la lógica del mercado porque tienen un ineludible componente de riesgo y, en muchos casos, responden a problemas que no se valoran adecuadamente desde una perspectiva estrictamente económica. Las Administraciones Públicas tienen un papel clave en el impulso de entornos creativos e innovaciones orientadas al bien común. Asimismo, como indicábamos al hablar de las organizaciones sociales, tienen también responsabilidad, compartida con otros agentes sociales, en la valoración de los impactos de los procesos innovadores.