Definición
Inicialmente, se entiende por «compromiso» la obligación que se asume o contrae ante otras personas o instituciones. A través de un gesto, una palabra, un documento, vinculamos nuestra persona a la realización o cumplimiento de algo acordado con otros.
Derivado de este significado original, también denominamos «compromiso» a la actitud, dedicaciones y comportamientos concretos que desarrollamos, precisamente como consecuencia del acto de compromiso, en aras de cumplimentarlo de un modo adecuado y satisfactorio. De esta manera, el compromiso adquirido genera un comportamiento comprometido y éste, a su vez, configura internamente a quien lo realiza, convirtiéndolo en una persona o entidad «comprometida».
Cuando el marco de realización es la realidad social, ciudadana, hablamos de «compromiso cívico», entendiendo por tal el conjunto de responsabilidades que tienen, individual y colectivamente, las personas que componen una organización social en orden a poner sus capacidades y posibilidades al servicio del bien común y de los objetivos colectivos compartidos.
Podemos decir, analíticamente, que el compromiso procede básicamente de dos comportamientos tan humanos como son la promesa y la solidaridad. Por un lado, porque las personas somos volubles y porque no podemos predecir totalmente las consecuencias de nuestros actos, intentamos paliar estas deficiencias haciendo promesas, que generan compromiso. Por otro, porque nos sentimos copartícipes y corresponsables con otros seres humanos, con los que nos identificamos, nos solidarizamos con ellos asumiendo compromisos. En última instancia, el compromiso es el modo como las personas generamos confianza en nuestras interacciones sociales.
Comportamientos asociados
Las implicaciones en los comportamientos de los tres agentes (personas individuales, organizaciones de la sociedad civil e instituciones públicas) protagonistas del valor «compromiso» son de índole y magnitud diversa.
Ciudadanía
El compromiso, desde el punto de vista personal, solo puede surgir cuando superamos el individualismo y la indiferencia hacia los demás y lo colectivo. Además, demanda responsabilidad y coherencia para asumir su realización. Y constancia y fortaleza para superar las dificultades que aparecen en el camino de la realización de lo propuesto.
Siguiendo una feliz formulación, podemos decir que el compromiso demanda «hacerse cargo» (tomar conciencia) de la realidad, «cargar» (asumir costos) con ella y «encargarse» (gestionar organizadamente) de la misma.
Organizaciones sociales
Las organizaciones sociales son un cauce adecuado para canalizar y hacer posible el compromiso ciudadano y logran un salto cualitativo de la agregación y coordinación de voluntades y esfuerzos individuales.
Por otro lado, las organizaciones sociales solo se ubican adecuadamente en el compromiso si asumen la perspectiva del bien común, a partir de la prioridad de las personas más desfavorecidas socialmente. De no ser así, se quedan en entidades colectivas de autoayuda para sus integrantes, sin compromiso con el exterior.
Además, las entidades sociales han de asumir su insustituible papel de escuelas de compromiso ciudadano, educadoras y forjadoras de personas comprometidas.
Ayuntamiento
El compromiso del entramado institucional municipal demanda de este, para ser adecuadamente realizado, superar la lógica partidista que a menudo atenaza a las instituciones públicas. El Ayuntamiento ha de cumplir sus compromisos con la ciudadanía independientemente de la adscripción política de los beneficiarios, del costo en términos de apoyo electoral que suponga y siempre contemplando el horizonte de las consecuencias positivas que su cumplimiento reporta en el largo plazo.
Además, desde la institución del gobierno municipal, es necesaria una política de transparencia total en lo que a compromisos adquiridos, seguimiento de ejecución y cumplimiento de los mismos se refiere, permitiendo el control por parte de la ciudadanía, ante la que y con la que, en última instancia, se compromete.